En El Desierto De Ciertas Cosas

-No me lleve por favor-. Decía el cartel. Estaba sentado en una silla de playa con una margarita en la mono sombrero y camisa de gitano, en medio de la carretera sin fin. Desiertos con labios rojos prometían paraísos a sus imaginaciones, volvía con un ataque de epilepsia y delirios griegos de añadidura. Para mantenerme quizás un café. Vine especialmente a verme. Entonces paró un cobra 289 cuando terminé. Y me pasó el volante, que maravilla… suspiré. Era una rubia chica de Texas tipo Mary Anne. Súper peligros de este modo mexicano con maleta de guitarra y cocaína. Te aseguro, no tenía una Fender. Que sed, ¿escuchas el sonido blanco de tus botas de serpiente polvorientas? Y esos lentes de escorpión rayados por el sol. Y el sombrero de vaquero roto. Sucios jeans azules apretados. Bolas de paja rebotando. Actitud sexy transpirado, y una melodía de armónica blusera. Tu actitud es el más bello trasero y la más engreída y enérgica teta, ¿y yo? El más erecto en medio de este desierto desierto.

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